NO ESTABA MUERTO, NI ANDABA DE PARRANDA

-Hay AMLO para rato

-Le quedan 17 meses en el poder

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Raúl Hernández Moreno

Enorme  decepción se llevaron los adversarios de la 4T que ya se solazaban dando por muerto al Presidente Andrés Manuel López Obrador.

En ese  barco de las miserias   humanas se montaron connotados periodistas que ahora están defecando hacia  adentro, del coraje que sienten al ver que no se les hizo.

Durante los últimos días se vieron  ruines, citando  fuentes ficticias que les  habrían dicho que el Presidente  había sufrido un derrame cerebral, que estaba en coma, que ya estaba muerto y se preparaba un “doble” para sustituirlo.

Pero el señor López subió a las redes sociales un video donde se  le ve sano, más sano incluso que esos periodistas que querían su muerte, creyendo que de esa manera lo derrotaban.

Cuando daban por cierto que estaba al borde de la muerte, no estaban informando, como ahora pretenden convencernos, estaban festinando lo que no estaba pasando.

Es evidente que el Presidente algún día   tendrá que morir, de la misma manera que usted y que yo, pero de ahí a festinar su muerte,  hay una  gran diferencia.

Tanto odian al Presidente que  saltan de alegría cada vez que se  da a conocer alguna irregularidad, alguna falla, algún error en el ejercicio de  gobierno.

Reprochan que el dólar este  barato, que se compre una refinería en Houston, que se construya otra en Dos Bocas, que aumenten las remesas de dólares enviados por los paisanos, se soban las manos esperando que la CIA  destituya a AMLO y lo encarcele y un largo etcétera.

Que le vaya mal al país es la consigna de los   opositores,  para que le vaya mal al Presidente, sin importar que una crisis arrastre a los más  fregados, que  siempre son los más perjudicados.

Parafraseando a José Zorrilla,  hoy se puede decir que “los muertos que vos matais  gozan de  cabal salud”.

El sexenio de AMLO terminará el 30 de septiembre del 2024, dos meses antes de lo que se estilaba. Es una  fecha que tiene que llegar y bien  harían los opositores en  preparase para el cambio, porque en una de esas el sucesor de López Obrador  resulta un duro de verdad.

AMLO no es un dictador como lo pintan los opositores. Harían  bien en leer biografías de Calígula, Stalin, Pinochet,   Somoza,  Idi Amin,  Porfirio Díaz, para que conozcan a dictadores reales.

AMLO no siquiera se parece a Álvaro Obregón, que era duro entre los duros y lo mismo se involucró en el asesinato de Venustiano Carranza que en el Francisco Villa, por citar los más conocidos y no se apanico  con la revuelta de su amigo Adolfo de la Huerta.

O que decir  de Plutarco Elías Calles que arrastró al país a una  guerra civil que duró tres años, en su empecinamiento de  someter a la  iglesia  católica. Fue una   guerra absurda que mostró la doble cerrazón de Elías Calles y de la  jerarquía católica que creyó tener el poder suficiente para doblegar al gobierno. Al  final, ambos  bandos salieron perdiendo.

No  sabemos cómo va a actuar el sucesor de AMLO. Sí, sabemos que será Claudia, Adán o Marcelo, pero ninguno de los tres va a actuar como lo  han hecho  hasta ahora. El poder  transforma, para  bien o para mal, y cuando a cualquiera de los tres le toque ejercer el poder, van a tener una  nueva personalidad.

Claudia si es de izquierda, a diferencia de AMLO que para nosotros es un conservador con algunos  toques de liberal.

A ver si a fines de 2024 los opositores no nos salen con que el país estaba mejor en tiempos de AMLO que con su sustituto. El riesgo de que eso suceda es real.

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