¡FELICIDADES NUEVO LAREDO!

-Hoy cumple 175 años la ciudad

-Ciudad de paso, más que de grandes acontecimientos

Tiempo de  opinar

Raúl Hernández Moreno

Hoy Nuevo Laredo está  de fiesta, festejando el 175 aniversario de su fundación. Es una  fecha que celebran los nativos de esta frontera y  quienes  somos neolaredenses por adopción. Eso es lo  bonito de los mexicanos: nacemos donde queremos.

Nuevo Laredo, no es una ciudad con historia ni con  identidad. En cambio, es una ciudad de paso y por aquí han cruzado muchos personajes históricos.

En 1938, por aquí paso el escritor Graham Greene, para una visita de varias semanas en las que conoció Monterrey, San Luis Potosí, Veracruz, la Ciudad de México, Chiapas y Tabasco y fruto de esa visita  fueron  dos excelentes libros, El Poder y la Gloría y Caminos sin ley.

Por aquí paso, en 1963,  Lee Harvey Oswald, el asesino de John F. Kennedy, semanas antes de ese suceso. Cruzó a pie  el puente 1 y tomó un autobús a la Ciudad de México, donde visitó la embajada de Cuba.

En 1961,  por aquí entró a México, Gabriel García Márquez, y su esposa Meche. Su encuentro con Nuevo Laredo, fue el de una ciudad sucia que no le gusto y así lo describió en Vivir para Contarla, aunque luego regreso en el 2007, como invitado de las autoridades, y por educación elogió a la ciudad anfitriona.

En 6 de octubre de 1910,  en la madrugada, Francisco I. Madero, detenido en San Luis Potosí, desde junio, aborda un tren que lo lleva  hasta Nuevo Laredo y de aquí viaja a San Antonio en donde redactará su Plan de San Luis y le pone hora y fecha al estallamiento de la Revolución: 20 de noviembre, a las seis de la tarde.

En diciembre de 1917, José Clemente Orozco se fue a los Estados Unidos, en busca de mejores expectativas para su arte.

“La entrada al vecino país —escribe Norma Anabel Barrera en su biografía sobre el futuro muralista— no fue grata para el pintor jalisciense pues al pasar por Laredo, Texas, en la aduana, al revisar su equipaje se encontró con que le habían destruido una sesenta pinturas, poniendo como argumento una ley que prohibía introducir a Estados Unidos “estampas inmorales”.

En 1921, el general Francisco Murguía lanzó su Plan de Saltillo en el que llamó usurpador a Álvaro Obregón y anunció que la revolución seguiría hasta restablecer el orden constitucional. Murguía convocó a varios militares a su lucha, entre ellos al general Lucio Blanco, que 1913 fue el primero en repartir tierras agrarias en Matamoros.

En junio de 1922, el cadáver de Lucio Blanco apareció en el río Bravo, en el área de Nuevo Laredo,  esposado con el de un amigo. Después siguió el asesinato de un agente del servicio secreto mexicano, en cuya bolsa se encontró la llave de las esposas que habían sido puestas en las muñecas de Blanco y su amigo, escribió John Dulles en su libro “Ayer en México”.

En la década de los años cuarentas del siglo XX, cuando al empresario Octaviano Longoria le preguntaban si era de Nuevo Laredo, contestaba: “No, Nuevo Laredo es mío”.

En 1906, los  hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón, junto con Juan Sarabia, entraron a Estados Unidos a través de Laredo,  huyendo de la dictadura de Don Porfirio. Años después, Enrique Flores Magón  recordaría en su libro  Peleamos contra la injusticia, que a falta de recursos, iban a las orillas de la ciudad a recoger hierbas y verduras salvajes para alimentarse y cuando había dinero compraban una  hamburguesa.

En los siguientes años, en plena Revolución, más de 300 mil mexicanos,  dejaron el país y miles lo hicieron por Nuevo Laredo. En  el segundo lustro de la década de los  años veintes, decenas de sacerdotes pasaron por aquí,  huyendo de la guerra cristera. Uno de ellos fue el obispo de Puebla, Pedro Vera y Zuria, en abril de 1927 y ese mismo año publicó un libro sobre su destierro.

Adolfo López Mateos visitó Nuevo Laredo en 1958 y aquí soltó ese mito de que al fundarse la ciudad, los mexicanos que quedaron en el lado americano desenterraron a sus muertos para traerlos a suelo nacional. No hay documentos que lo avalen, solo la  tradición… igual que la Llorona o el Chupacabras.

Es una leyenda  inventada bajo el influjo del tabaco y del alcohol, diría años después el doctor Ismael Villarreal Peña,  alcalde de Nuevo Laredo en la década de los sesenta, en libro sobre la  historia de Nuevo Laredo.

Es una versión romántica, pero  absurda, con el agregado de que quien diría que hace 175 años la gente de Laredo se vino a Nuevo Laredo y ahora la gente de Nuevo Laredo busca irse a vivir a Laredo.

La realidad  es que la fundación de Nuevo Laredo nació en un papel. No hubo una emigración masiva, sino paulatina, que 175 años después sigue viva.  Pero a mucha  gente le  gusta alimentarse de mitos  y leyendas.

En fin, este es el Nuevo Laredo donde algunos nacieron y a otros  nos tocó vivir. Y lo hacemos con mucho gusto.

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