ABRIRÁ AL PÚBLICO LA CASA LONGORIA

-Es una réplica de la que aparece en Lo que el viento se llevó

-Los Longoria, un referente histórico

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Raúl Hernández Moreno

Mañana viernes abrirá al público la casa Longoria, ubicada por la avenida Paseo Colón, frente a la Plaza Zaragoza. Ahí se va a presentar un programa artístico, como parte de los  festejos del 175 aniversario de Nuevo Laredo.

Se va presentar un  grupo de 10 tenores y el grupo Tempus Quertet, originarios de Tampico.

La fachada de esta casa es una réplica de Tara, la mítica residencia que apareció en la  galardonada película Lo que el viento se llevó, de 1939 y que catapultó a la  fama a Vivian Leigh y Clark Gable.

Fue edificada por la  familia Longoria, cuya cabeza fue  Octaviano Chito Longoria, el hombre que en la década de los años veintes y treintas del siglo XX, cuando era cuestionado si era de Nuevo Laredo, respondía “No, Nuevo Laredo es mío”.  Claro, éramos un ranchito, de 15 mil habitantes en la década de los veintes y de 21 mil en los treintas.

De esa familia se desprendieron varios personajes. La  familia construyó en la década de los años sesentas la Catedral del Espíritu Santo. También eran dueños del Banco Longoria, ubicada en Beldén y Matamoros, fundado en la década de los años veintes del siglo XX y expropiado por José López Portillo en 1982, cuando rindió su sexto informe de  gobierno y   lanzó la  frase: “Ya nos saquearon, ya no nos  volverán a saquear”.

Jolopo, como se le  conocía,  era un  hombre culto, pero cínico y bandido, que uso el poder para beneficiar a sus amigos, dos de los cuales, Jorge  Díaz Serrano y Arturo El Negro Durazo, terminaron en la cárcel.

Carlos Salinas se encargó de vender los  bancos a particulares y Nuevo Laredo volvió a tener otro banco en 2013, El Bicentenario,   fundado y engordado por agentes aduanales y empresarios locales, que terminó quebrando un año y medio después.

El Banco Longoria fue  asaltado a fines de los años sesentas, por un  grupo de guerrilleros, algunos avecindados en Nuevo Laredo, entre ellos trabajadores ferrocarrileros y maestros,  y otros de Monterrey. El botín fue de casi medio millón de pesos de los de entonces.

Los guerrilleros eran unos soñadores, querían el dinero para comprar armas y organizar una revolución. No usaban el dinero para ropa, comida ni gastos personales. El grupo local participó en el  frustrado secuestro del empresario regiomontano Eugenio Garza  Sada, en septiembre de 1973.  Los guerrilleros neolaredenses terminaron unos presos, otros muertos y uno desapareció después  del  fallido secuestro y ya no se supo nada de él.

La casa ya no pertenece a la  familia Longoria que antes de que estallara la inseguridad en Nuevo Laredo se mudó a varias ciudades de Texas, California y Nueva York.

Otra  residencia de esta familia,  está ubicada cerca de la planta tratadora de aguas  negras y   fue abandonada  hace varios lustros.

Cuando la planta apenas era un proyecto, a los reporteros se nos  invitó a conocer los terrenos y por alguna casualidad la caravana de vehículos paso frente a la residencia, construida en medio de nada, más que árboles, porque lo que se buscaba era la quietud y era un época en que no había inseguridad.

La residencia de la Paseo Colón ahora es del empresario Eduardo Garza, que no la usa como  habitación.

La casa y los Longoria son un referente en la  historia de Nuevo Laredo.

Sería  fabuloso convertirla en museo. Nuevo Laredo ya necesita un museo de verdad, no una simple sala de exposiciones, como el llamado Museo Reyes Meza.

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